La autopercepción corporal es la imagen que tenemos de nuestro propio cuerpo. Está constituida por percepciones, sentimientos y actitudes hacia el mismo. ¿Podemos percibirlo con las dimensiones reales? ¿Qué sentimientos nos despierta? ¿De afecto, rechazo o aceptación? ¿Qué actitudes tenemos hacia él, de autocuidado o de maltrato e indiferencia?
La autopercepción no tiene que ver con la imagen objetiva que nos devuelve el espejo, sino con una construcción personal en la que influye la historia que hemos tenido con nuestro cuerpo. ¿Nos hemos sentido aceptados o más bien rechazados o humillados? También influyen los cánones de belleza que marca la sociedad.
Alteraciones en pacientes con obesidad
Algo muy frecuente es que el paciente no registra de manera consciente las formas y dimensiones de su cuerpo. Esto sucede por un mecanismo de defensa llamado evitación, mediante el cual el paciente deja de mirarse al espejo, deja de pesarse, no se saca fotos. Poco a poco va perdiendo contacto con su cuerpo y, por ende, empieza a desconocer las proporciones reales del mismo. ¿Por qué hace esto? Fundamentalmente porque experimenta desagrado e insatisfacción frente a su imagen corporal. Nuestra sociedad expone hoy un modelo de belleza basado en extrema delgadez que, si bien no es representativo de salud socialmente se asocia a belleza y éxito. En ese contexto, la obesidad empieza a asociarse a adjetivos calificativos despectivos que van más allá de lo corporal y empiezan a hablar de la personalidad. “Obeso” o “gordo” empieza a ser sinónimo de fealdad, vagancia, falta de voluntad.
Todo este panorama va a contribuir, a largo plazo, a que el paciente empiece a tener una actitud hacia su cuerpo y hacia sí mismo de poca aceptación, de desprecio, rechazo.
Cómo abordamos los problemas de autopercepción
En primer lugar, es importante que el paciente empiece a tomar conciencia de las dimensiones reales de su cuerpo. Para ello suele ser útil que mire sus fotos, empiece a tolerar la imagen que le devuelve el espejo y pueda pesarse con cierta regularidad.
Otro aspecto a trabajar son los sentimientos y pensamientos que tiene respecto de sí mismo cuando empieza a entrar en contacto con su imagen real. Ningún cambio se va a producir desde la indiferencia o el rechazo hacia su propia imagen. En este sentido, es importante trabajar también con la familia porque muchas veces se realizan comentarios negativos que terminan reforzando ciertas actitudes negativas que el paciente ya tiene hacia sí mismo.
Tenemos que ser conscientes de que nadie está conforme al cien por ciento con su cuerpo pero no perder de vista que este cuerpo que tenemos es el que nos permite relacionarnos, cumplir con nuestras obligaciones y cuidar a nuestros seres queridos. Por lo tanto, ¡cualquier cambio que queramos hacer tiene como punto de partida la aceptación y el respeto hacia uno mismo!